martes, 9 de marzo de 2010

El Humboldt, el hotel que no muere





































Si hay algo que me encanta es el olor a cemento, las construcciones me motivan, me inspiran a seguir. No me lo van a creer, pero evoco recuerdos amorosos en medio de obreros, de sacos de cementos, de mezcladoras, de ladrillos y cabillas. Muchos de los mejores momentos de mi Vida los he vivido en medio de construcciones, mis mejores trabajos, la gente que más quiero, la que me ha acompañado durante años. La gente que me quiere, huele a cemento, a cosa nueva, a progreso, a desarrollo. Eso es, cabilla y cemento representan el crecimiento, el desarrollo. Donde hay construcciones hay Vida, hay Progreso.
Y es por eso que me llegan solitos los trabajos sobre construcciones. Los reportajes sobre edificaciones, sobre centros comerciales, casas, hoteles, sobre inmuebles. Esta vez para la revista de la Cámara Nacional de fabricantes y distribuidores de equipos para cocinas, hoteles y afines, Canadifa, la editora LY Publicaciones, me encargó, además del tema central, dedicado a la recuperación de los hoteles del Estado (expropiados y los que ya tenían) que administra una empresa denominada Venetur que funciona cuál agencia de viajes como brazo del Ministerio de Turismo, dizque para promover el “turismo social”, un texto sobre los trabajos que se realizan en el Hotel Humboldt, vaya encargo.
Política de desinformación
Como periodista sistemática que soy, ordenada, respetuosa de los canales regulares para no pasar por encima de nadie y después quejarme porque me lo pueden hacer a mí, procedí, hace alrededor de un mes, a solicitar información por donde es, bueno, a través de donde debe ser: los dueños del proyecto: Mintur. Pero que va, nada que ver. El mensaje siempre el mismo, un chip con: manda un e-mail a fulano de tal, espera que ya te atiendo, llama en una hora, lo siento, sólo el ministro tiene autorización para declarar al respecto, o lo que es lo mismo: el ministro tiene el monopolio de la información.
Hoy, lamento tener que decir, que cada una de las personas que se negaron a darme información le están haciendo un flaco favor al país al convertirse –muchas veces sin querer, queriendo- en cómplices de los desmanes de quienes en la actualidad tienen el poder y que mas temprano que tarde tendrán que rendir cuentas, a sus familias, a sus hijos, a Dios.
Son voces temblorosas, son ojos desorbitados, es miedo que corre por sus venas (hasta ofrecer un vaso de agua les da terror), es miedo a la reprimenda, al lepe. Es miedo a la desestructuración.
Todo este cuento previo, a manera de desahogo intelectual, sólo tiene por finalidad hacer mas largo el texto sobre lo que visitando el Humboldt -sin autorización de la gerencia de mercadeo de la compañía que administra el Teleférico y custodia el hotel, Ventel, S.A- descubrí.
El Humboldt, una quimera
Ni en abril, ni en junio, a lo mejor en agosto 2010 será cuando cinco pisos del hermoso edificio circular que diseñara Tomás José Sanabria en 1956 para complacer al dictador Marcos Pérez Jiménez, sean abiertos al público para que “vean cómo va a quedar el hotel”. Imagino que sólo las podrán disfrutar los altos funcionarios del gobierno.
Según una nota de prensa que el Ministerio de Turismo, Mintur, circuló luego de una visita que, con algunos periodistas, hicieran al alojamiento en el Ávila para mostrar el avance de las obras y contar su historia institucional, hasta finales de 2009, cerca de 60% de las obras de reacondicionamiento total del hotel Humboldt en el Ávila, se encontraban adelantadas. Ciertamente, es así, están bastante adelantadas.
También según información oficial, las obras de refacción de esta imponente estructura ícono de la ciudad, representan una inversión de $100 millones y están a cargo del consorcio privado “Humboldt”, empresa que informó a esta periodista que esperan que las obras estén culminadas en su totalidad en 2011, aun cuando su puesta en funcionamiento había sido anunciada por la ex ministra Titina Azuaje en 2008, año en el que finalmente se iniciaron las reparaciones después de haber sido revocado el contrato a la operadora privada Invertuca. También lo repitió como lorito el recién destituido Pedró Morejón. El actual ministro, Alejandro Fleming, no ha dicho ni esta boca es mía.
De 14, 13
El Hotel Humboldt tiene 70 habitaciones en 14 pisos y de ellas sólo la suite presidencial ubicada en el último piso conservará su diseño original. Es decir, que el hotel sólo se verá como antes en la PB, la mezzanina, las áreas abiertas y el piso 14, pues el resto de los aposentos de la hermosa estructura están siendo rediseñados de acuerdo con las tendencias de vanguardia en materia hotelera: tecnología de punta, servicio y confort.
Hasta la primera semana de marzo los trabajos de la fachada y algunas áreas mostraban importantes adelantos. Los salones de fiestas están operativos desde hace un año y son alquilados a particulares; el piano bar está abierto al público de 3:00 pm. a 8:00 pm. Los antiguos techos están siendo removidos para colocarles nueva impermeabilización y fueron completamente desmanteladas las habitaciones en las que han sido sustituidas las tuberías y cableado eléctrico. También está siendo remozado el revestimiento interior de todo el hotel.
Las áreas abiertas del hospedaje están habilitadas, se conservan los muebles originales en el lobby y el Salón Humboldt con cinco juegos de estar de estilo chester y sus mesas de centro.
El salón Roraima que originalmente tenía mesas de billar y pool, ahora tiene dos juegos de estar. Esta área fue una de las primeras reacondicionadas para una eventual visita del Presidente de la República que nunca se concretó.
No logramos subir a una de las plantas que está siendo refaccionada pero gracias al poderoso lente de Manuel Linares, logramos captar los trabajos que se hacen en los pisos superiores. La reinauguración de esta estructura que se niega a morir, será anunciada el mes de julio próximo en el marco de la reunión de la Organización Mundial de Turismo (OMT) que se celebrará en Caracas.
Fotos de Manuel Linares

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