Con la congelación de $12.300 millones de las cuentas y activos en el exterior de la petrolera estatal venezolana, se coloca en la palestra la modalidad de cobranza más antigua y efectiva de la humanidad: el embargo o secuestro.
Si bien en el mercado existen diversos servicios de cobranza que se caracterizan por el sensacionalismo (Los diablos, por ejemplo), la congelación de cuentas o “embargo” es la mejor manera de cobrar lo que es de uno.
Con la medida, en el caso de Exxon Mobil, la empresa petrolera más grande del mundo, se pretende recuperar lo que según las experticias judiciales le toca como resarcimiento a la “patada de kung fu” que le diera el Gobierno venezolano sacándola de la asociación estratégica Cerro Negro, en la Faja del Orinoco, y del convenio de exploración a riesgo y ganancias compartidas La Ceiba.
En el ámbito doméstico, el término embargo le para los pelos a más de uno (sobre todo a los hombres) porque el acto judicial supone la incautación, confiscación, secuestro, decomiso, apropiación, retención o requisición (nada más) de bienes o dinero de personas jurídicas o naturales, como garantía de pago de una deuda ya sea hipoteca, crédito en el abasto, pensión alimentaria. Lo que sea.
No es negocio
El embargo de salario es quizás el procedimiento judicial más conocido y generador de negocios en Latinoamérica. El alto índice de “deserción” paterna que, por cierto, en lugar de disminuir va in crescendo, ofrece a miles de bufetes de abogados la “golilla” de clientas ávidas de justicia.
El embargo de sueldo consiste en la retención o retenciones a que está sujeto un trabajador asalariado en razón de obligaciones fijadas en sentencia y por orden de un juez competente, o por acuerdo entre partes (pensión alimentaria) y cuya aplicación es de cumplimiento obligatorio para el patrono o el funcionario de la empresa o institución a cargo de realizar el proceso.
Por salario se entiende los ingresos que tiene el trabajador sean ordinarios o extraordinarios, viáticos no sujetos a liquidación y con carácter permanente, comisiones y las dietas, con lo que se propende a la descapitalización del susodicho padre irresponsable.
Esta vez le tocó a papá Estado. Desde Londres y Nueva York llegaron sendas medidas para embargar a la primera benefactora del país: la industria petrolera.
Eliodoro Quintero, ex embajador de Venezuela ante la OPEP, señala que la medida de congelación de cuentas y activos de Pdvsa por un monto de $1.2300 millones “nos coloca en la antesala de una posible perdida patrimonial a consecuencia de una política petrolera altisonante”. Es decir que hoy, todos los venezolanos, estamos en mira de lo que no es negocio: invertir en Venezuela.
Y si no lo es para los estadounidenses, los ingleses o los canadienses, tampoco lo es para los locales. Quienes poseen bonos de deuda pública, conocidos como bonos de Pdvsa, deben estar llorando porque nadie, -absolutamente nadie- se los va a comprar. La cosa es que cuando hay deudas por pagar, no es negocio hacerse el loco.
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viernes, 8 de febrero de 2008
sábado, 2 de febrero de 2008
Más de la Web 2.0
La tendencia hacia el uso de la Web 2.0- pica y se extiende: ahora se emprende el rumbo hacia el crecimiento del Internet Móvil, la “Componetización” de la web con el desarrollo de la publicidad en los blogs, boletines electrónicos y podcast.
En la actualidad también se habla de la expansión de Iniciativas de “Conversational Marketing” en el que las empresas emplean las páginas personales o blogs para entrar en contacto con sus clientes, lo que les da una enorme ventaja cuando de ofrecer mercancías y “consentir” al cliente se trata
En relación con la preferencia del Internet Móvil una encuesta de la compañía de medición, Tendencias Digitales, revela que 27,5% de los usuarios de Internet se muestran muy interesados en acceder al servicio desde su celular, siendo Costa Rica y Colombia los más propensos a hacer uso de este tipo de prestación. Y yo que pensaba que los venezolanos somos adictos a la comunicación en vivo.
El chateo manda
Mientras los empresarios procuran la manera de llegar de manera inmediata al consumidor, los jóvenes dejan de hablar para escribir más mensajes de texto o conversar –en idioma extraño- a través del chat. Si bien este servicio no es muy usado por personas de edad madura es preferido por los jóvenes y más jóvenes y empresas donde la tecnología es la que manda. El intercomunicador y la secretaria, son historia.
Ahora, empresa que se respete, además de Internet, cuenta con Intranet y Messenger aunque los empleados pierdan tiempo en conversaciones que nada tienen que ver con el trabajo. El tiempo de las ocho horas esclavizantes también es historia.
El chat manda en la juventud. Las estadísticas muestran que 92% de los entrevistados prefiere este servicio a otra forma de comunicación. Así, el 51,3% de los jóvenes entre 13 años y 16 años se declararon asiduos usuarios del chat. Los jóvenes entre 17 años y 20 años –el 40,1%- también eligieron el chat como su forma preferida de comunicación.
¿Y los adultos?
Los adultos, por su parte se inclinan por hacer llamadas desde teléfonos celulares y usar el correo electrónico, aun cuando una buena cantidad de usuarios de este servicio admite que no son muy buenos al momento de tener actualizado su buzón –es decir, pasan días y hasta semanas- sin abrir el correo. Tampoco son muy dados a responderlos a menos que en el mismo esté involucrado un negocio.
En el estudio de Tendencias, el 29,30% de los adultos entre 26 años y 30 años y el 30,60% de los incluidos en las edades entre 31 años y 35 años, seleccionaron el e-mail como el sistema preferido para comunicarse.
El mismo comportamiento se mantiene en el uso del celular para las llamadas telefónicas. Son los grupos de mayor edad los que manifiestan su preferencia por el tipo de comunicación en el que está involucrada el oído y la voz. Sin embargo, no sucede lo mismo con el uso de las llamadas vía Internet y con la web-cam.
El paradigma de la comunicación tradicional está lejos de ser roto, por lo menos por parte de los “mayorcitos”, pues los “chamos” de ahora vienen con un chip incorporado; de hecho, son capaces de poner a funcionar equipos electrónicos “complicados” y usar los más avanzados celulares sin tener que leer el manual de instrucciones. ¡Que envidia!
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